lunes, 20 de junio de 2011

Así ERA él

Sus ojos escondían algo. No supe lo que era hasta que los pude contemplar lo bastante cerca como para ver el miedo en su mirada. Eran pequeños, pero tenían un marrón especial, o así lo veía yo. Quería tatuarme su nombre en algún dedo, como si hiciera de anillo. Y él tenía una boca que me recordaba a uno de esos caramelos que hasta que no los abres no sabes que sabor tienen. Su pelo rubio sobresaltaba entre sus amigos; él era alto, bastante más que yo, y su cuerpo no era de esos que te dejan sin respirar, pero era lo demasiado perfecto como para mirarle al verle pasar. No acostumbraba a reír, sé que muchas veces fingía que reía. Pero me gustaba quedarme callada cuando reía de verdad. Era como si el mundo callara solo para escuchar su curiosa risa. Le gustaba vestir con camisetas blancas, azules y negras. Por eso cuando se ponía alguna camiseta de un color distinto a estos, me enamoraba más. Caminaba como si nada le importara, como si tubiera el mundo bajo sus pies y pudiera hacer fente a todo. Pero yo sabía que en verdad la inseguridad se apoderaba de él. Decía lo que pensaba y cuando algo se le pasaba por la cabeza, venía hacía mí y me lo susurraba al oído. No importaba la hora, él siempre decía que nunca se hacía tarde mientras estubiera conmigo. Me prometió demasiadas cosas, y no cumplió ni la mitad. Pero eso no importaba, su sonrisa dulce y inocente borraba todos los errores imperdonables.


(¿Por qué será que cuando escribo sobre él, lo escribo en tercera persona y en pasado?)

No hay comentarios:

Publicar un comentario