martes, 15 de noviembre de 2011

XV


Suena el despertador, y entre prisas y temblores, me levanto de la cama. Llego tarde, como de costumbre. ¿Algún día lograré llegar temprano a algún sitio? Me visto, me peino y cogiendo una galleta, salgo de casa. Y al salir por la puerta, recuerdo que día es hoy. Y no puedo evitar mirar si tu estás ahí, donde estabas hace 7 meses justos, esperándome.  Pero que tonta soy...¿como puedo seguir esperando a que tu vuelvas? Entro en el instituto, y te veo. Que guapo estás hoy. Y me miras, como si yo fuera una extraña. Maldita sea...¿como puedes mirarme así? Como si jamás me hubieras conocido, no es posible. ¿Donde ha quedado todo lo que vivimos? Acercate, callate, escuchame...voy a recordarte lo que pasó hace 7 meses:
Ahí estabas tú, esperándome en la puerta de mi casa. No hacía frío, tampoco calor. Me bendaste los ojos y mientras me cogías de la mano, me susurraste al oído: "confía en mi, te gustará". Y yo confié ciegamente en tí. No te equivocaste, la idea de que me guiaras por la calle a fin de llevarnos a nuestro parque era realmente maravilloso.  Esa rosa que me regalaste, que sigue colgada en la pared de mi habitación. Deberías haberme regalado una rosa cada día quince. ¿Sabes? Ese fué el mejor día de mi vida. ¿Recuerdas lo que pasó esa tarde? Los dos estirados en uno de los bancos de esa plaza. La luna encima nuestro, el mundo vacío, solo estabamos tú y yo. Yo entre tus brazos. He experimentado muchísimas cosas, pero nada es mejor que estar entre los brazos de la persona que quiero. Y luego tuvimos esa conversa que solo tú y yo sabemos. Esas palabras tan bonitas, tan originales...tan tontas. Y al fin pude decir que eras mio. Y yo era tuya. Nos convertimos en uno. 


Es increible que hayan pasado ya siete meses de ese primer beso. Pero aun es más increible que ahora, me miras como si nunca hubiera pasado nada. Después de pasar esos días juntos... Sí, es increible, tú aprendiste a vivir sin mi, no sientes nada cuando me miras y ni siquiera dedicas un minuto de tu vida en pensar en mi. Y yo sigo aquí, sin poder dejar de pensarte, sin lograr olvidarte.

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