Ella adoraba todo lo que tenía que ver con él. El hecho de estar enamorada la atontaba más de lo que ya era. Adoraba pasar noches en vela llorando y deseando que él la llamara. Adoraba ese escalofrío que le corría por el cuerpo cada vez que se cruzaban. No podía evitar sonreír cada vez que le veía reír. Y es que él nunca fue de reír mucho. Solo cuando estaba con ella. Pero el problema era que ya no estaban juntos. Que el amor y el aprecio que se sentían mutuamente, ya no estaba. Era una historia más de esas miles historias que siempre acaban mal. Y ellos lo sabían. Sabían que había sido una historia preciosa, de esas que podrías explicar a cualquier persona, y siempre emocionaría. Y la verdad es que se conocieron por casualidad. Ni siquiera se buscaban. Fue un golpe del destino.
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ResponderEliminarAMO tus entradas!
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