jueves, 22 de agosto de 2013

365 días

Abrí los ojos. Tres parpadeos seguidos, una mueca y un suspiro fueron suficientes para afrontar el nuevo día que me esperaba. Me levanté de la cama, de ésa miserable cama que tantos secretos y sueños me guardaba, de ésa cama que siempre acababa haciéndome llorar(en noches donde parece que el mundo gire más lento de lo normal, o quizás más rápido. En noches donde ni la luna tiene sentido). Me lavé la cara y lo vi: la imagen de una chica cansada, desgastada, horrorizada...la imagen de una chica abandonada. Me dirigí hacia la cocina y comí un trozo de tarta. Me preparé un café y le añadí unas gotas de whisky ("no hay mal que por bien no venga", pensé). Abrí el armario. 13 vestidos. 42 camisetas, 21 pantalones, 8 faldas, y 52 pares de zapatos. Sí, 52. Siempre he pensado que los zapatos són la parte más importante del vestuario. "No hay nada más fuerte que los pasos que das, y no hay nada más duradero que las huellas que dejas". Escogí un vestido rojo, uno por encima de las rodillas que me dejaba la espalda al descubierto. Me puse unas botas camperas, me alisé el pelo y me pinté los labios de rojo pasión. Quería estar guapa para él. Quería estar más guapa que nunca. Cogí el bolso, las llaves de casa, y salí. El sol brillaba tímido, escondido detrás de alguna nube. Mis manos temblaban y apenas podía dar más de 6 pasos seguidos sin haber de parar. Las calles parecían distintas. Los niños jugaban felices alrededor de los coches. 3 ancianos descansaban en un banco, supongo que era su rutina de cada día. Me sentía perdida; los árboles, las casas, los bancos...todo parecía que lo hubieran cambiado de lugar. Pero era yo la que había cambiado. Cada vez me sentía más nerviosa e impotente, mis pasos no sonaban firmes, cada dos minutos un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Hacía exactamente un año que no lo veía. 365 días sin salir de casa, 365 días sin él. Y ahí estaba yo, vestida de su color favorito y caminando hacia él. Cuando estuve delante de ésa puerta gigante, dudé un poco. No sabía si estaba preparada. Pero al final entré, porque no me había arreglado para volver a casa antes de llegar. Caminé durante exactamente 53 segundos y lo vi. Le habían traído flores, muchas flores. Su lápida ya no era tan blanca como el primer día. Me dejé caer de rodillas en el suelo, cerré los ojos y al volverlos a abrir, miles de lágrimas dibujaban carreteras en mis mejillas. Su olor ya no estaba. Su risa ya no sonaba. Y entonces, recordé: era primavera. Las flores de mi jardín empezaban a salir, los abrigos ya no eran necesarios... Estaba sentada en el sofá, cuando me llamó:
-Escapémonos.
-¡Estás loco!-Le dije.
-Tengo una idea increíble, tu solo has de decirme que aceptas y subirte en el coche. Dime que aceptas. Dime que sí.
-¿Por qué será que tus ideas me dan tanto miedo?-Le contesté, mientras me levantaba para empezar a arreglarme.
-Por favor, solo dime que aceptas y te paso a buscar de aquí 10 minutos.
-Está bien, ¡acepto!
-¿Sabes por qué me enamoré de tí? Porque siempre dices que sí a todas mis locuras. 10 minutos. Solo 10.-Y me colgó.
Lo siguiente que recuerdo es un techo y unas paredes blancas. Y muchos pitidos. Máquinas sonando, y una olor a flores. Desperté en la cama del hospital, y a pesar de tener tantos huesos rotos, nada me dolió tanto como la conversación que mantuve con la enfermera que entró en mi habitación instantes después de que me despertara:
-¿Donde está él?-Le pregunté.
-Es la primera vez que alguien despierta de un accidente y me pregunta antes por su acompañante que por él mismo-Creo que notó que no tenía fuerzas suficientes para contestarle, así que siguió.-Tuvisteis un accidente, un camión se cruzó con vosotros y volcó el coche. Has tenido mucha suerte, en 3 semanas podrás salir de aquí y volver a casa. Lo malo es que tendrás que volver sola. Él no ha tenido tanta suerte, y cuando llegó la ambulancia su corazón ya había dejado de latir. Lo siento.
Se me cayó el mundo encima. Literalmente. Fue en ése preciso instante cuando decidí que no quería seguir viviendo. Que mi vida nunca más volvería a tener sentido. Durante este año, no ha habido ni un solo día que no haya deseado morir en ése accidente. Morir con él. Salí del hospital pasadas 3 semanas,tal y como me dijo ésa enfermera. Cuando llegué a casa, encontré una carta. Olía a él. Su madre me la había traído, la había encontrado en un cajón de su mesita de noche. En el sobre, ponía: "Para ella. Por si algún día me pasa algo". Y ése día había llegado. Cerré los ojos, y me dirigí hacia mi cama. Deseaba saborear y disfrutar al máximo mi último rato a solas con él. Abrí el sobre, y empecé a leer:
"Si estás leyendo esto es porque ha llegado el día en que ya no estoy. Pero no temas. No llores. En el cielo me han dado un trabajo, el trabajo de ser tu ángel de la guarda. No podría ser feliz en el paraíso del cielo sin escuchar tu risa al menos una vez al día. ¿Sabes que aquí arriba me dan de comer todo lo que quiera? ¡Y no tengo a pesadas como tú diciéndome que me voy a engordar! Y tienen todos los videojuegos del mundo, hasta tienen algunos que ahí abajo aun no están. Hay mucha gente mayor, y muchos famosos... ¡Cuando subas ya te los presentaré! Sí, sé que estás riendo. Esta risa es la que yo decía. Cuando te sale un hoyuelo en cada mejilla. Ésa risa que me vuelve loco. No quiero que llores, porque si estoy aquí es porque el destino nos tenía preparado esto, y tu siempre dices que el destino es muy listo. Además, ¡aquí arriba soy muy feliz! ¿Sabes que la famosa leyenda de que las nubes se comen es verdad? Són como las nubes de azúcar...¿Y sabes que me han dicho que por las noches me conceden el placer de poder hacerte cosquillas en los pies? Así te veré reír mientras duermes, como cuando te quedabas dormida encima de mi pecho y yo me pasaba la noche observándote. Que suerte tengo. ¡Ahora puedo observarte las 24 horas del día! No necesito dormir. Podré observarte mientras comes, mientras te duchas, y podré oler tus famosas tartas de manzana. ¿Me guardarás un trocito, verdad? Qué te conozco y sé que te las acabas comiendo todas tú... Sé que encontrarás a otro hombre, que te acabará llenando más que yo. Te obligo a que siempre salgas guapísima a la calle, pero no te enamores de cualquiera, que luego te acaban haciendo daño. Dile que te cuide. Deja que te aconseje. No te enfades por todo, ten paciencia. Respira y piensa 3 veces antes de decir algo. No seas egoísta. Deja que te conozca tal y como eres, con tus males despertares, con tus manías y con tus tonterías. Pero solo te pido una cosa: no dejes que te cambie. No podría aceptar que cambiaras. Eres perfecta, y cualquier hombre debería verlo. Por favor, venme a ver algún día. Ponte ése vestido rojo que tanto me gusta. Por favor, júrame que serás feliz. Y si algún día lloras, tócate la nariz, que siempre funciona.
Te quiero, y es un placer morir enamorado de tí. No desearía haber muerto de otra forma. Te espero, pero tarda en subir, porque quiero seguir oliendo tus tartas durante muchísimos años más."



2 comentarios: